El pasado año 2020 será recordado como aquel en el que una pandemia prácticamente detuvo el mundo. Confinamientos, cierres de fronteras y un alto coste humano. La economía, como no podía ser de otra manera, se resintió de manera aguda. Y el sector de la aviación, como el del turismo, fue uno de los grandes damnificados.
La Asociación Internacional del Transporte Aéreo ha presentado este miércoles su balance de 2020, “un año para olvidar” que ha sido “el peor” de su historia. Las restricciones a la movilidad, tanto nacional como internacional, a lo largo de todo el planeta tuvieron como consecuencia un descenso de un 60,2% en la cifra de personas viajeras sobre 2019, que fue, precisamente, uno de los mejores años en cifras.
En Europa, ese descenso fue incluso más acusado. Se perdieron el 67,4% de pasajeros respecto al año anterior.
“En lo más profundo de la crisis en abril de 2020, el 66% de la flota de transporte aéreo comercial del mundo quedó en tierra cuando los gobiernos cerraron fronteras o impusieron cuarentenas estrictas”, detalla Willie Walsh, director general de IATA. “Desaparecieron un millón de puestos de trabajo. Y las pérdidas de la industria durante el año totalizaron 126.000 millones de dólares”, lamenta.